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Llévame a un cole normal

Acabo de leer en un periódico no religioso que, en la provincia de Ontario, en Canadá, el programa de educación para los niños a partir de ocho años de edad enseña que existen seis géneros: hombre, mujer, transgénero, transexual, dos espíritus e intersexual. ¡Tantos años estudiando y yo nunca me enteré de algo tan importante! Está claro que soy un ignorante.

 Además, el programa incluye actividades en las que los niños representen papeles del género opuesto, escriban cuentos tradicionales “cambiando los géneros”, hagan dibujos para la cabalgata del Orgullo Gay, busquen imágenes de esta última en Internet o lean libros como “¿Eres un niño o una niña?”, “Gloria va al Orgullo Gay” o “Hacerlo bien” (este último trata temas como el sexo anal y la masturbación). Como posibilidad opcional, se plantea la celebración de una cabalgata del Orgullo Gay en el propio colegio. Por supuesto, el programa es obligatorio, sin ninguna notificación a los padres ni la posibilidad de retirar a los niños del mismo. 

Lo más curioso es que el tolerante Ministerio de Educación aconseja a los profesores que traten “estos temas polémicos” aunque haya “una respuesta negativa por parte de los padres”. Y, por si acaso algún profesor se atreviera a escuchar al sentido común en lugar de al Gran Hermano ministerial, se le advierte que si omitiese cualquier parte del programa, estarían “promoviendo un entorno venenoso”. ¿Cuánto tardaremos en ser acusados de hacer lo mismo en nuestras familias si nuestros hijos son educados como cristianos o, simplemente, como personas sensatas? 

Me he imaginado a los pobres niños y, para desesperación de mis lectores, he compuesto un breve romance con lo que le cuenta a su padre un niño de un colegio español similar a uno de los canadienses:

 

Romance del alumno de una escuela moderna y avanzada

 

    Papá, por favor, escucha:
    Llévame a un cole normal.
    Que este colegio de ahora
    Me está empezando a asustar.


    Me dicen que lo moderno,
    Es ser experimental,
    Que lo único importante
    Siempre es la diversidad,
 


    Con libertad creativa
    Y autonomía moral
    (Y si el maestro lo dice,
    Tendrá que ser la verdad).
 

 

    De los niños de mi clase
    No hay dos que sean igual,
    Porque aquí los profes quieren
    Mucha originalidad:
 


    A Juan le gustan las niñas
    Igual que a ti mi mamá,
    A Curro, niñas y niños,
    Para mayor variedad;
 


    A Pedro sólo los niños
    Que al fútbol saben jugar;
    Vicente no se decide,
    prefiere experimentar;
 


    Mari tiene dos espíritus
    En lucha trascendental;
    Estela quiere operarse
    Y ser por fin como Juan;
 


    Santi dice, muy contento,
    que él siempre está más allá
    de los roles que ha creado
    la sociedad patriarcal;
 


    Y yo tengo un lío grande
    De tanto hablar y pensar,
    No sé si soy L, G
    T, B, Y, Z o K.
 


    Papá, por favor, escucha:
    Llévame a un cole normal.
 

    Yago, además de su padre,
    Tiene también dos mamás
 


    Y Javi, cada semana,
    Estrena un nuevo papá;
    A Yennifer la ha criado
    Una comuna ilegal
    Y no conoce a su padre
    Ni a su madre, ¡qué más da!
 


    El padre de Alba se llama
    “Insemin. Artificial”,
    Porque su madre pensaba
    Que así se iba a realizar;
 


    Hay familias numerosas
    Como la de Maripaz,
    Porque suman cuatro “hermanos”
    (Ella, dos gatos y un can)
    Y, según dicen sus padres,
    Quieren a todos igual.
 


    Joaquín es niño probeta
    Y cuando se va a acostar
    Le da siempre un par de besos
    A su tubo de cristal,
    Porque sus padres trabajan
    Día y noche sin parar.

 

    Yo los quiero mucho a todos,
    Como amigos de verdad,
    pero me siento muy raro
    Por tener mamá y papá.


    Los otros niños se ríen
    Hasta que me hacen llorar
    Y dicen que somos pobres
    Y no podemos pagar
    Un divorcio en condiciones
    Como hacen los demás.
 


    Otros piensan que es un virus
    Que se puede contagiar
    Y que los médicos llaman
    “Familia tradicional”.
 


    Papá, por favor, escucha:
    Llévame a un cole normal.
 

    Es que, en éste, no me dejan
    Estar ni vivir en paz
 


    Y en cuanto abro la boca
    siempre termino fatal,
    Pues si le respondo al profe
    Que algo está bien o está mal,
    O defiendo el matrimonio
    (Salvo el homosexual),
    Hablo de amor para siempre,
    Respeto y fidelidad,
    O pienso que mis hermanos
    Valen más que un animal,
    Me castiga por listillo
    Y por ser un radical.
 


    Papá, por favor, escucha:
    Llévame a un cole normal,
    Que aquí lo raro es la norma
    Y no existe la verdad.
 

 

Para evitar malentendidos, quiero dejar muy claro que no es mi intención burlarme en absoluto de los niños cuyas familias se aparten de la norma. Bastantes problemas tienen ya. Ni tampoco pretendo reírme de los adultos que componen esas familias y que, a menudo, se limitan a intentar ser felices como mejor saben. Para todos ellos, nuestra sinceridad y también nuestro cariño, como dice el propio niño del romance. 

De lo que sí me burlo es de los colegios/ministerios/ambientes en los que se intenta hacer creer que todo da igual, que es lo mismo tener un novio distinto cada semana que estar casado, que la realidad está al servicio de lo que me apetezca cada mañana o cualquiera de los otros dogmas absurdos e irreales de la ideología de género. 

 

Bruno Moreno Ramos

 

 

Nota de la Administración de esta web:

 

Este artículo es de Marzo de 2012, pero lo publicamos ahora por su evidente vigencia