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“La característica del gobierno moderno es que no se sabe bien quién gobierna de hecho. Vemos al político profesional pero no a quien le respalda; menos aun a quien respalda al respaldador ni –lo que es mucho más importante- al banquero del respaldador. Entronizado sobre todos ellos con firmeza increíble, es el profeta oculto de las finanzas, gobernando la vida de los hombres y lanzando exorcismos en una lengua desconocida para todos”.

 

-Gilbert Keith Chesterton-. 

 

En un sistema (democracia liberal) donde los hombres no pueden adquirir los bienes que producen, donde la producción aumenta más que la población, donde la maquina en lugar de ahorrar esfuerzo a las personas prescinde de las personas enviándolas al desempleo porque el fin de la producción no es crear puestos de trabajo y si fomentar el consumo. Es normal que las mayores épocas de pobreza coincidan con las mayores épocas de abundancia. La revolución industrial, sin duda magnifica y creativa, sufre el atasco permanente de los productos facturados porque, al tiempo, tendría que haber sido una revolución remunerativa ya que había margen de beneficio para ello y mucho más, y así acceder al consumo.  

 

Rápidamente el liberalismo se da cuenta que el sistema financiero es una ciencia perfecta para conseguir el poder político. Toda creencia necesita su herramienta y ¿qué mejor que la democracia para dividir a la persona y a los estados nacionales mediante subvenciones y falsas promesas para tener mayor influencia política? 

 

Según Frances Parker Yoakey:

“La moral distingue entre buenos y malos, la estética, entre lo hermoso y feo, la economía entre útiles e inútiles y el comercio entre beneficio y déficit”.  

 

Pues bien, en el sistema financiero de mercado de las democracias se prescinde de las dos primeras distinciones- LA MORAL Y LA ESTETICA- dando paso libre a lo útil con ánimo de lucro.

 

Ante esto, nada se debe interponer, por eso, los laicismos y los egoísmos deben desplazar a las religiones y a la espiritualidad, reduciendo la existencia de la persona a una mera regla científica donde los malabarismos económicos primero hipnotizan y luego esclavizan a las personas. 

 

Cuando les interesan aumentan el dinero sin aumentar la mercancía (inflación) provocando un desequilibrio económico, aumentando los precios sin aumentar los salarios, bajando de esta manera el valor del dinero -pérdida del poder adquisitivo- y también cuando les interesa, aumentan de forma insuficiente la moneda respecto al aumento de la producción (deflación) provocando una caída del empleo y mandando a los trabajadores al paro, en ambos casos por no poder dar salida a la producción.  

 

Normalmente en el mercado el precio de los productos es inversamente proporcional a su abundancia, cuanta mayor cantidad más barato cuesta ¿qué hacer para sacar mayor beneficio en los mercados? Muy sencillo para ellos, simplificando a tres las fases de la economía: producción, distribución y consumo, usar la finanza en la fase intermedia, es decir, que la distribución se hace vía financiación, encareciendo el producto en el consumo y no pagando más por producirlos.

 

“El dinero no tiene patria; los financieros no tienen patriotismo ni decencia, su único objetivo es el lucro”. 

-Napoleón Bonaparte-

  

Cuando los gobiernos, como en el sistema político actual, están pidiendo constantemente préstamos para pagar deuda que a su vez aumenta la citada deuda para cubrir presupuestos, para rescatar fondos y para cumplir obligaciones, la Nación está en manos de los banqueros porque como dice el refrán “la mano que da manda más que la que recibe”. 

 

En realidad, en el sistema liberal los jornales no los paga el capital, solamente los anticipa porque al final los paga el consumidor y entre los consumidores se encuentran también los que perciben estos jornales. 

 

A todo esto, si suben los salarios suben también los precios y el trabajador que se encuentra satisfecho porque piensa que ha logrado una conquista al recibir mayor salario, se encuentra con que esa diferencia a su favor la paga con creces ante la subida de los precios al consumo y, como consecuencia, el costo de la vida. Lo que sucede es que el capital se opone a la subida de salarios por miedo a que el más alto precio retraiga al consumidor y no pueda vender sus productos frente a una posible producción extranjera. Conclusión: el trabajador en el sistema liberal al comprar un producto paga el salario del trabajador más los beneficios del capital que vende el producto. 

 

En muchos casos, para poder acceder a determinados productos, los trabajadores, que en defenitiva son los que fabrican todos esos productos, tienen que acudir a la financiación mediante créditos de las entidades privadas (bancos), debiendo pagar también los intereses del correspondiente préstamo y al final, unos por otros, debemos pagar nuestros salarios más las rentas del capital de la empresa, más el transporte y sus correspondientes beneficios empresariales, más los beneficios de la empresa comercial. Pues bien, si a todo esto le añadimos que el último consumidor paga sobre los impuestos arrastrados por los valores añadidos (IVA) y que, al principio, en la nómina, le gravan con el IRPF, las conclusiones son claras: ¡¡Pagar por producir y pagar por consumir, más el precio del producto!! 

 

Los regímenes marxistas son más sencillos, utilizando al Estado (que en el fondo no es más que las elites de los partidos comunistas) se quedan con todo, con el trabajo, con los trabajadores, con los beneficios y con el tiempo libre de las personas a las que en muchos casos matan a tiros y siempre matan de angustia y de hambre, porque obligan a los trabajadores a producir y consumir lo que el sistema comunista quiere, cuando, como y donde diga el comité del partido y si no, …“matarile”. 

 

“El dinero es elemento de cambio, no de lucro como en su origen, lo que sucede es que el que llegó a tener dinero en abundancia descubrió el procedimiento de vivir cómodamente sin trabajar; prestar al que no tenía; y no con el ánimo de ayudar, sino como un negocio productivo. El primero que se dedicó al préstamo debió discurrir de esta manera: "Si yo, que tengo dinero, se lo dejo a Fulano, que necesita, y le cobro por su uso una cantidad, esta cantidad o usura me puede librar de la necesidad de trabajar, porque con ella puedo comprar las cosas que preciso. Así, convirtiendo el ciclo comercial del dinero en ciclo productivo estableceré este nuevo procedimiento de vida: yo presto, tú trabajas, yo gano.

 

El crédito no puede ser un negocio. Para el capitalismo, el crédito se convierte en una manera de hacer que el dinero produzca dinero, y de liberar al que lo tiene de la incómoda obligación de trabajar, y es la manera del sistema bancario, la teoría del negocio prestatario que llevó a los usureros a la vindicta pública, es la que en forma todavía más cruda realiza la Banca, pues siquiera el usurero clásico al prestar lo hacía con el dinero suyo; pero el Banco, no solamente ha descubierto el procedimiento de ganar con el préstamo, sino que, además, presta lo que es ajeno, ya que el mayor fondo de maniobra que utiliza para el crédito lo saca de las cuentas corrientes que otros clientes le proporcionan.”

 

-José Luis Arrese- 

 

Los problemas sociales solo se presentan en los regímenes injustos, con poca capacidad de estado, porque la justicia debe ser una función esencial del estado. Los estados deben argumentar jurídicamente a modo de seguros los derechos fundamentales de las personas, ordenando la Nación a través de la Justicia. Y la Justicia ni se somete a referéndum ni a parlamento alguno, se implanta ¡y ya está! 

 

El trabajo no es una mercancía, sino una fuente de Justicia para que las personas conserven sus vidas con dignidad de forma permanente. Es un crimen que se contemple la frase “mercado laboral”. 

 

El liberalismo compra y vende las mercancías por kilos, litros y metros, de la misma forma que compra a las personas a bajo precio por horas de trabajo en sus mencionados criminales mercados laborales.  

 

Si el dinero es una propiedad, el trabajo es otra y tan humano es el que tiene uno, como otro y por ser humanos también tenemos que alejarnos de las estúpidas teorías marxistas de armonizar capital y trabajo. Las personas solo se pueden armonizar con otras personas y todas con la Nación, con su historia y su futuro, que es lo mismo que decir que las personas solo pueden y deben armonizarse con su Patria. 

 

La empresa es una unidad orgánica de producción, en la que los beneficios deben repercutir, en igualdad de obligaciones y de derechos entre empresarios y trabajadores, de forma directamente proporcional al esfuerzo –físico o intelectual- y al tiempo empleado. También es función y deber social de la empresa: integrar a la persona en la sociedad a través del trabajo. 

 

En las sociedades anónimas ¿acaso los accionistas (dueños del capital) tienen mayor capacidad que los directores, los técnicos y los obreros? ¿Si un obrero compra una acción de esa misma empresa o de otra adquiere mayor capacidad por el hecho de poseer esa acción? ¿Acaso el dinero diferencia a las personas?, las personas se diferencian por su inteligencia, su bondad, su patriotismo y su honradez.  

 

Otra cosa serían las empresas nacionales estatales, hoy llamadas de forma grosera empresas públicas, que deben ocupar los sectores estratégicos y de necesidad publica: deben ser gestionadas y laboradas por trabajadores no funcionariados y los beneficios deben recaer en parte sobre los trabajadores y en la parte empresarial estarían los beneficios del estado para, de esta forma, ahorrar impuestos a todos los españoles. 

 

Si el trabajo es la única fuente de riqueza, el estado administra justicia, la Nación convivencia y la Patria unidad y esperanza ¿Qué necesidad hay de seguir creyendo en los sistemas capitalistas del liberalismo y del marxismo? 

 

¡¡¡EL VALOR DE LAS PERSONAS DEBE ESTAR POR ENCIMA DEL VALOR DE LA ECONOMÍA Y EL VALOR DEL TRABAJO POR ENCIMA DEL VALOR DEL DINERO!!! 

 

 

CARLOS RODRÍGUEZ. 

JEFE NACIONAL DEL TNS.