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Hay muchas veces que todo lo que sucede a tu alrededor lo contemplas como en una película como si no pudiera ser real, no solo un hecho sino todo lo que le rodea. Sucede a menudo que las polémicas se rodean de un artificio tal que terminan generando en la opinión pública el efecto contrario, evidentemente todo esto orquestado por el sistema, viendo como la gente se alza contra la injusticia injusta vapuleando la justicia más justa. Algo simplemente increíble.

 

En esta ocasión la polémica ha venido dada por la prohibición de las banderas esteladas, esas que representan el cutre independentismo catalán, en el encuentro de la final de la copa del rey. Da igual el año, da igual en realidad el evento deportivo, creo que debemos ir al hecho.

La bandera prohibida representa un desafío al estado continuado desde hace tres años. Existe una realidad y es el hecho de que esa bandera significa el deseo de algunos indeseables de que Cataluña deje de formar parte de España y se establezca como una república independiente. Una bandera que mezcla la bandera de Aragón con la bandera Cubana convirtiéndose no solo en el símbolo del desafío independentista catalán sino además de los poderes facticos marxistas que son los que mueven a la ultraizquierda catalana hacia este objetivo a conseguir, es decir “la república independiente de Cataluña”.

Parece algo bastante razonable que en un evento deportivo en el que está en juego la copa en honor al rey del estado español la “copa del rey” se prohíba el lucir una bandera que ataca directamente a este, al estado que representa y que ensalza algo que a todas luces es juzgable como “atentado contra el estado”.

No voy a hablar del independentismo catalán que ya he tratado en más de una ocasión pero creo que el detalle es algo más que absurdo. Si quieren cambiamos la tribuna del monarca y la ponemos justo entre los aberrantes independentistas para que puedan apedrearle libremente.

No seré yo quien defienda esta monarquía, ni quien defienda a los borbones que como siempre que han gobernado España la han destrozado. Pero existe la realidad y es que hoy en día es el “jefe del estado” y hasta que eso cambie se le ha de mantener un respeto, aunque no se lo merezca.

Por otro lado no podemos olvidar que esta bandera es la bandera que un día represento a un grupo terrorista Terra Lliure.  Una organización terrorista armada independentista catalana de extrema izquierda fundada en 1978 y que se auto disolvió  en 1991. Bandera de unos asesinos que cometió más de 200 atentados, cuyo balance asciende a cinco víctimas mortales (cuatro de ellas miembros de la organización) y varias decenas de heridos.

Teniendo en cuenta entonces que esa bandera representa a un conjunto de asesinos por un lado y a unos indeseables que utilizan la vía política para el mismo fin pero intentando desestabilizar al estado y por ende a su máximo representante el rey  creo que prohibir el poder lucirlas en el evento de la “copa del rey” es más que razonable.

Aún más bajo mi opinión y puesto que esta bandera represento al grupo terrorista “Terra Lliure” cualquier persona que la luzca debería ser detenido por apología del terrorismo, pero este es el deshecho de estado que tenemos que permite que unos campen con banderas terroristas mientras quien luce la rojigualda sea estigmatizado en todos los lugares y situaciones.

Lo peor de toda esta situación es ver como desde los medios de comunicación se genera cierta corriente de indignación por un hecho que a todas luces es razonable y necesario. Televisiones, radios, periódicos hablan de la prohibición de la estelada como si este hecho fuera un error. Creando así una polémica que finalmente genera la imagen de los independentistas como individuos  ¡perseguidos por el estado opresor español! Pero está claro que los medios de desinformación están a sueldo de un sistema que así lo manda para poco a poco conseguir lavar el cerebro a los españoles que no creen ni en esa estelada ni en la independencia que representa.

Por si el escándalo provocado por los medios de comunicación, más que por el propio hecho tenemos que asistir a tuits del señor Pablo Iglesias como el siguiente:

« En los estadios deportivos debería prevalecer la libertad de expresión. Prohibir las esteladas no sólo es autoritario; es ridículo. »

Aquí vemos la libertad que pretende la izquierda en este país. Al parecer es autoritario prohibir la bandera de un grupo terrorista en un estadio de futbol, pero no lo es prohibir la rojigualda con el escudo del águila de San Juan, dicho sea de paso escudo que luce el ejemplar de la constitución que está en el congreso y que firmo su majestad el rey Juan Carlos I. Al parecer es autoritario y ridículo no poder lucir ante el jefe del estado una bandera que le desafía pero no lo es lucir una con el yugo y las flechas representantes de los reyes católicos entre otras instituciones.

Posiblemente al señor iglesias le gustaría y estaría de acuerdo en dejar que los estadios de futbol se convirtieran en un bastión comunista mientras al canto de la internacional se alzan banderas con la oz y el martillo, pero seguro que si el cantico es el “cara al sol” y la bandera es la rojigualda antes descrita se apresuraría a prohibirlo, pero eso sería autoritarismo ¿No señor Iglesias?.

Pero al margen de los colores políticos españoles, de antes y de ahora, tal vez exista algo más indignante que es el hecho de que este impresentable habla de “Libertad de expresión” con respecto a lucir la estelada mientras no condena que haya presos en Venezuela, condenados injustamente porque allí, país al que ellos asesoraron, NO HAY LIBERTAD DE EXPRESION.

No veo tuits, ni comunicados del señor Iglesias mientras él no tan señor Maduro nos ataca en sus medios de comunicación. Sin duda la sangre que corre por las venas de este hombre es roja, tan seguro como que en su cerebro ya no hay neuronas.

Y por cierto señor Iglesias, si quiere asistir a algo verdaderamente autoritario. Monte un negocio en Cataluña y rotúlelo en español, lengua oficial del estado, y así paga usted la multa. Y si quiere imaginarse algo ridículo imagínese a usted mismo de presidente, que eso sí que sería ridículo.

Solo espero y pido a Dios que mi libertad no dependa nunca de semejante individuo, porque se perfectamente el camino que me esperaría.

 

Antonio De La Peña

Militante sindicato TNS