No sólo es que Podemos haya sido aupado por los medios de comunicación. Es que sin los medios de comunicación no existiría Podemos. Yo plantearía la pregunta así: ¿quién ha aupado a los medios hasta el estatus privilegiado del que hoy disfrutan, y que les permite generar criaturas como Podemos?

Veamos: la realidad es que sin los medios no existiría este régimen. Fueron ellos los que crearon la opinión publicada necesaria y suficiente para que los procuradores en Cortes de 1977 asesinaran al régimen al que habían jurado lealtad hasta derramar la última gota de su sangre. Digo “asesinaran”, y no el habitual “se suicidaran” que nos venden los mismos medios. Aquellos procuradores, salvo las honrosas y heroicas excepciones, limitadas, casi en exclusiva, a los que votaron en contra del parricidio, no se suicidaron políticamente hablando. Acabaron bebiendo fama y fortuna poco después en los pútridos abrevaderos del Sistema que promovieron con su voto felón.

Fueron unos medios aún en estado embrionario, los que generaron la leyenda negra en contra de España que ha recorrido Europa desde el siglo XVI.

Fueron unos medios vitalizados por el luteranismo, el calvinismo, el liberalismo, el marxismo, en fin por esa religión anticristiana que ha ido adquiriendo distintos nombres a lo largo de los siglos, los que propiciaron que los Estados Unidos declararan la guerra a España, hace hoy exactamente ciento dieciocho años.

Fueron unos medios ya maduros, plenamente desarrollados, los que catalizaron los acontecimientos históricos que decidieron la historia del siglo XX, siempre bajo las directrices impuestas por aquellos que financiaban a esos medios. Los mismos que, cuando esos acontecimientos les resultaron adversos o incómodos a sus fines, se inventaron la historia tantas veces como fuera necesario.

Porque los medios de comunicación son las bocas y las lenguas de los engranajes económicos que han ido monopolizando el poder desde hace quinientos años.

El Estado Español se gasta quinientos millones en publicidad en los medios supuestamente libres. Pero la realidad es que estos son tan libres como las marchas de un coche, con las que los medios de masas coinciden hasta en el nombre. Y así tenemos al Estado manejando las marchas de su vehículo: mete la Primera, que sólo le sirve para arrancar; luego la Segunda, la Tercera, la Cuarta, la Quinta, cada cual más rápida, más audaz... Hasta que el Estado necesita ir aún más veloz, y nos pone la Sexta, la más moderna, la de los salvados por el PP (como Otegui por un tal Evole), que siendo hasta el momento la última marcha, es la que le sirve al Estado (sea pepero, soero o lo que quiera el NOM que sea), para avanzar vertiginosamente hacia las metas a alcanzar que le va dictando el Nuevo Orden Mundial. Apenas podemos vislumbrar esos terroríficos objetivos en las cada vez más osadas medidas económicas y sociales que todos los días aprueban los parlamentos autonómicos o estatales de cualquier color.

¿Y qué son esos quinientos millones de autobombo? Compra de voluntades. ¿Y que son los otros quinientos millones que se gastan las comunidades autónomas, las diputaciones, los ayuntamientos, en publicidad? Más compra de voluntades.

Hemos asistido estos días a la acusación contra una organización que supuestamente extorsionaba a los bancos obligándolos a pagar publicidad en sus medios, a cambio de no molestar en ellos a las entidades que accedían a hacerlo.

Y yo me pregunto: ¿es eso diferente a lo que hace el Estado con sus marchas, con los medios que siendo supuestamente libres, son propiedad de entidades supranacionales puestas por éstas al servicio del primero (mientras el primero las siga sirviendo bien)?

Si Podemos aparece mucho en la tele, es porque la marca publicitaria Podemos es, como el resto de la publicidad institucional del Sistema, otra parcela autocomplaciente del mismo a la que financiamos todos nosotros. Podemos no es sólo el grito de guerra de sus representantes más verborreicos en las tertulias de los medios a las que asisten triunfal y onerosamente. Las mismas fanfarrias que los reciben en forma de periodistas aparentemente hostiles, lanzan mensajes de afinidad a los planteamientos políticos podemitas desde el mismo momento en que pretenden rebatirlos.

Así que todos los contertulios acaban proponiendo votar a Podemos, como todos los  anuncios gubernamentales proponen ponerse el cinturón, pagar a hacienda, votar, dejar de fumar o abortar. Y a todos los paga el Estado. Y aunque pueda parecer que sólo te están proponiendo opciones, todos sabemos que esa publicidad institucional está marcando obligaciones cuyo incumplimiento será castigado severamente por el Sistema (salvo para aquellos privilegiados a los que el Sistema les permite elegir el voto del resto, superar ampliamente los ciento veinte, evitar pagar a hacienda o fumarse un Cohiba en el lujoso vestíbulo de su hotel de cincuenta estrellas).

Durante cuarenta años las seis marchas sucesivas del Sistema han logrado que éste ya sólo castigue, y severamente, a los infractores de esos dogmas tan democráticos. Casi nadie se acuerda ya de que alguna vez fue delito despedir obreros, robar un trozo de España o matar guardias civiles. ¿A quién le importa que antes incluso de que el Sistema metiera la Sexta, las marchas más cortas le permitieron matar niños antes de que nacieran?

Pero esto no ha acabado aquí: la Séptima marcha está al caer, y con ella ni siquiera nos darán posibilidad de que nazcan.

Jaime Bardera 

Militante del Sindicato TNS 

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Este artículo es la transcripción de la intervención, el 24.04.16, de Jaime Bardera en el programa debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM y en Internet: http://www.gaceta.es/oir-radio-inter).