Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 

 

Me levanto cada día en un país podrido, tan podrido que el olor duerme a la población, que se queda en la posición de creer lo que le ofrece el primero que se presenta. 

La situación que atraviesa España es una “muerte anunciada”, algo pactado y estudiado para que, desde el escaparate del pueblo, todo parezca una realidad democrática, cuando nos encontramos ante un escenario dantesco de una obra de teatro planeada desde las cloacas de nuestro propio sistema.

 

Creo que es necesario que se empiece a decir la verdad que no se ve y que la gente sepa el plato de pescado que lleva en la mesa varios meses y que ya se encuentra cubierto de gusanos. 

Desde antes de la celebración de las elecciones del pasado 20 de diciembre, desde mucho antes, el futuro de España estaba firmado y rubricado. 

El PP, ese partido que la gente se empeña en llamar de derechas, pasa sus momentos más bajos. Tan bajos que los escándalos de corrupción que sacuden sus cimientos comienzan a hacer caer a piezas importantes. Bárcenas, entre los barrotes, sigue amenazando con tirar de la manta y la verdad es que esto asusta mucho, pero no al PP solamente, sino a todo el Sistema, que ve cómo se tambalean los cimientos de su falsa democracia mantenida a base de sobres y sobornos. 

España, los españoles, necesitaban ver un cambio, el PP debía desaparecer de la escena y que la izquierda volviera al poder, dando la sensación de alternancia. Pero el PSOE también estaba ya muy quemado públicamente, demasiadas mentiras. Se necesitaba confundir a la gente, hacer que creyeran que todo podía cambiar, sacar del armario dos cachorrillos con aire fresco y que engatusaran con su adorabilidad. 

Arriba, tan arriba como nos podamos imaginar, y apoyados por sus pretorianos del CNI, alguien decidió que era el momento de dar de nuevo dormidina al pueblo, y de las sombras de no se sabe muy bien qué sótano de no se sabe muy bien qué edificio oficial, surgieron PODEMOS y CIUDADANOS, dos partidos hechos a la medida de los “tontos españoles” para hacernos creer que el cambio era posible. Los cachorrillos estaban servidos. 

Se infiltraron en los estamentos más bajos, se rodearon de populismo, hicieron promesas que no podían cumplir y la gente cayó en la trampa del nuevo “Gargamel” político de turno. Los de lila disfrazados de comunistas revolucionarios, los de naranja disfrazados de gaviotas mutantes, fuera como fuere la gente cayó. 

Fueron los mismos sectores izquierdistas los que frenaron su avance tras las elecciones europeas. No podían dejar ver su verdadera cara. Se enfrentaban a unas municipales en mayo y el poder ya les había llegado desde Europa. El cuento del aire fresco de la mano de “Podemos” y “Ciudadanos” ya había colado, tanto como para llevarse el gato al agua en las elecciones municipales de mayo de 2015, en las que sus chaqueteras alianzas les canjearon, gracias a los pobres votantes, la situación perfecta para que, de la mano de su populismo barato, los ayuntamientos fueran suyos. La verdad es que desde las elecciones municipales hasta las generales poco o nada hicieron, algún escándalo con algún concejal en “twiter”, algunas feministas demasiado meonas, pero nada que pudiera comprometerles, al fin y al cabo se enfrentaban a las elecciones generales y aunque ya estaba todo firmado tenían que mantener las apariencias. Alguna calle con nombre nuevo, algún despiste con los salarios, pero llegaron prácticamente íntegros a las generales, mientras el PP caía a pasos agigantados y el PSOE comenzaba a tomar posiciones cómodas, culo en pompa para sentarse en la poltrona. 

Desde hacía años el propio sistema aleccionaba al independentismo catalán y vasco para tenerlo listo para su uso, como ya hizo para alzar a González, a Aznar etc. Mientras la gente se distraía lamentándose del dantesco espectáculo de Pujol, Más y Junqueras, entre bambalinas se cocinaba el caldo perfecto que PSOE y el resto de sectores izquierdistas del sistema necesitaban. 

Ya estaba todo en su lugar: un PSOE, con Sánchez deseando mudarse a la Moncloa, un Podemos que dará el aire de cambio y que sólo rubricará lo que el PSOE diga y unos independentistas que, después de años azuzando públicamente, apoyarán de nuevo a quien esté dispuesto a darles de comer. 

Así es, el gobierno PSOE + PODEMOS + INDEPENDENTISTAS está ya aquí y llega después de estar pactado desde hace casi dos años, pero todo lleva su tiempo. El cuadro de resultado electoral estaba cocinado y más que cocinado para que el PSOE suba al poder con PODEMOS y los independentistas. Tan preparado que el señor Iglesias, coletas de vocación, metió la pata en su salida de la audiencia con el Rey pregonándolo a los cuatro vientos, por lo que el PSOE tuvo que resistir un poco de tiempo y lanzar un órdago, su acuerdo con Ciudadanos. 

El pasado 2 de marzo asistimos a la kamikaze votación de investidura de Pedro Sánchez tras su falso pacto con Ciudadanos porque había que cubrir las apariencias después del acuerdo público que el impaciente Iglesias sacó a la luz antes de tiempo, el PSOE no podía ceder públicamente a sus pretensiones a la primera, lo mejor era ser sometido a una posible investidura con Ciudadanos a la que evidentemente el PP votaría en contra, como así ha sido. 

Ahora el PSOE ya tiene a quien echar la culpa de pactar con Podemos, la culpa será del PP por no haber apoyado su pacto con Ciudadanos, así públicamente los sectores izquierdistas más contrarios a Podemos comprenderán que se pacte con el partido “lila” y se les dé todo lo que piden. 

“Al fin y al cabo al pobre partido socialista, que sólo busca lo mejor para España, no le queda otro remedio”(Sarcasmo)

 

¿A qué asistiremos a partir de ahora?, en primer lugar a la irremediable votación de un estado federal para España. Así los independentistas vascos y catalanes se saldrán con la suya, serán algo parecido a microestados que se auto gestionarán, pero que siempre tendrán la teta de papa estado central para que cuando la “caguen”, como ahora mismo que no tienen para pagar a sus funcionarios, les salve el culo. 

El PSOE se convertirá en el baluarte de la defensa de la unión de España, porque gracias al federalismo que lleva tantos años queriendo instaurar, habrá conseguido aplacar la sed independentista, sed que ellos mismos crearon junto con sus cómplices peperos. 

Así, la izquierda será de nuevo limpia y valorada, mientras el PP alejado de la escena del alto nivel, salvo en algunos debates parlamentarios donde esté en juego el aborto y cuatro atrocidades más. 

El nuevo “Frente Popular” que ya destrozó España volverá, con otras siglas pero con la misma diarrea mental, y volverán a cometer las mismas atrocidades. De hecho ya asistimos al ataque frontal a la iglesia viendo cómo las novias de sus principales líderes se desnudan en las iglesias. Vemos cómo los políticos, ahora ya de color incluidos, dan charlas en los institutos para adoctrinar a nuestros menores, apoyan el terrorismo, porque ellos siempre han sido los terroristas en potencia. Vemos cómo callan a los que les pueden plantar cara, aleccionando a la gente de “lo malo” que es el fascismo y atacan a todo lo que su estúpida ideología manda, importándoles bastante poco lo que la gente necesite y quiera. 

Vamos camino a esa tercera república en la que un rey Borbón de nuevo saldrá corriendo y el marxismo leninista se instaurará en las calles de las ciudades de España mientras un renovado PP, más del sistema que nunca, resurgirá haciendo creer a los ciudadanos que representan a la derecha en esa estúpida república chavista que será España, que de nuevo se sumergirá en el caos en el que ya se sumergió en 1931. 

Pero, al igual que antaño, todavía queda gente dispuesta a luchar porque esto no sea así y porque las nuevas hordas marxistas vuelvan a la tercera caldera de su peculiar paraíso. 

Ya está bien de callar y ver cómo la gente habla y se traga las mentiras, es hora de luchar para desenmascarar a estos cobardes torticeros que luchan por y para el marxismo mientras adulteran las mentes de nuestros hijos y crean su estado comunista a costa de la verdad.

Antonio de la Peña