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A los gobiernos democráticos de España les va a costar, después de las últimas "estrategias políticas", mucho más de lo que piensan hacernos creer a todos que no han vivido de las rentas del terrorismo, que no tienen parte en la fractura social de España o que no son ellos mismos los que han alentado y promovido los procesos secesionistas, el último escenificado estos días en tierras catalanas.

Ahora, a todos, nos queda claro el motivo y fundamento de su existencia.

 


A pocas horas de abrirse los colegios electorales en Cataluña en un evento reeditado de rapiña liberal, después de décadas de desplantes, manipulación, robo y extorsión por parte de esa facción de ellos mismos que juega a ser "el otro"; después de años de dejar hacer, de mirar para otro lado y abrir la mano a todas sus demandas, de poner caras de bobo y esgrimir peregrinos argumentos economicistas para justificar la conveniencia de la convivencia, los prebostes del PP se quitan la careta y enseñan su verdadero rostro: el del secesionismo por decantación, poco a poco y gota a gota.


La farsa en la que han mantenido al pueblo español, queriendo hacerle creer que unión y unidad es la misma cosa, ha terminado.

Hoy Soledad Dancausa, Delegada del Gobierno de Rajoy en Madrid, ha sacado la patita y, como el mastín del ovejero, ha demostrado a quién ladra y a quién muerde. Ladrar, ladra a los chicos díscolos del rebaño democrático; morder, muerde a los que afirman que defenderán con su vida la unidad de España porque esa España entera, que no unida, es la prosperidad de todos, presentes, pasados y futuros.


Señora Dancausa, muerda. Muerda a los que estamos en este lado, muerda a españoles que aman a su patria. No podemos esperar menos de un Gobierno como el del señor Rajoy. Háganos un favor a todos e inste nuestra ilegalización.

Que todo el mundo sepa de qué lado están ustedes. Que todo el mundo sepa que nosotros ni queremos, ni podemos ni sabemos amar de otra forma España. Perturbamos, dice, la convivencia democrática y el orden constitucional, y dice bien. Para nosotros, éstas, Constitución y democracia, no significan nada si sirven de salvoconducto para deshacer la historia común y romper en egoísmos y prebendas nuestro suelo.

Metan ambas por donde les quepan y déjense de zarandajas. Mientras regalen nuestro trabajo a asesinos del Estado Islámico y dejen en la estacada a familias españolas, que nos ilegalicen o no por lo que decimos y pensamos nos importa una higa.

Seguiremos gritando que Cataluña es España. Nos irá la vida en ello, muriendo o matando.

 

Juan Manuel Pozuelo
Secretario General del Sindicato TNS